Buenas noches, como siempre desde Cadalso, desde este pueblo que cada vez es más mío, un pueblo del que ya no me sacan, un pueblo que me ha visto en cierto modo “nacer” y en que me gustaría morir, pero que falte mucho tiempo, por favor.
Estoy aquí, en mi destartalado taller, mi taller, lleno de cosas que no se sabe si servirán alguna vez para algo, lleno de cajas que una vez sirvieron para llevar tabaco y que se convertirán en bonitas casitas para construir el “Belén”.
Mi taller lleno de magia, mi taller en el que siempre se escucha música, mi taller que tiene “vida” propia, mi taller en el que yo busco la inspiración, y en el que yo intento crear algo que emocione, algo que haga pensar, algo que identifique a todos los que vivimos y trabajan aquí, algo que lleve el sello de Alena, algo que sea un poco nuestro.
Mónica, ¿Dónde estás? No has aparecido todavía. Ya la veo, viene con su bonita sonrisa y con su manera de andar tan entrañable. Mónica, que es un poco “rellenita”, que si no fuera así no sería ella, Mónica a la que todos queremos en esta casa. Mónica que como ya he dicho alguna vez, nos hace sentir importantes y capaces de hacer un montón de cosas.
En principio pensaba hablar de como ha sido la navidad en Alena, porque Mónica me lo había sugerido, pero me he ido un poco por los cerros de Úbeda, porque yo me emociono enseguida, pero bueno, voy a poner un parche a esto y voy a hablar de dos “talleres”, y dos cuidadoras que han marcado un poco la navidad en esta nuestra casa, es decir en Alena.
El primer taller, yo lo bautizaría como “Bea y los paninis calentitos” y el segundo como “Raquel y los “locos” por la música”.
Bea es la cuidadora más jovencita que tenemos, pero muy “seria” en su trabajo. Se la ve con muchas tablas y yo la auguro un gran futuro en su profesión.
Bea además de ser muy guapa, a mÍ me parece que tiene como una “luz” que transmite a los demás.
Pues bien, Bea tuvo la idea de una “merendola” salada el día de navidad, y la verdad que fue un gran éxito, porque (atención) comimos un panini o baguette estilo “pizza” calentito, un bote de refresco, galletas de chocolate, palmeritas, “filipinos”, patatas fritas y gusanitos. Todo por el módico precio de dos pavos.
Y tengo que decirlo, porque si no lo digo “reviento”. Cuando fuimos todos juntos al “Dia” hacer la compra, solo tenían cuatro cajas de paninis, pues bien, Bea se “movió” por los pueblos de alrededor hasta conseguir los treinta paninis que necesitábamos. El taller fue muy divertido, porque todo lo que sea “mover la mandíbula” nos encanta.
El segundo taller fue una genial idea de Raquel. ¿Quién es Raquel? Raquel es la cuidadora más madura de la casa, pero con un espíritu muy joven. Además Raquel es una persona muy buena y cuando una persona es buena, tendemos a aprovecharnos un poco, pero como yo la digo, somos “corredores de fondo”.
El taller de Raquel, consistía en ir adivinando canciones y a la vez cantándolas y como no, bailándolas. Una especie de karaoke concurso muy, muy divertido.
¿Madura? ¿He dicho madura? Raquel nos dio una lección de vida, bailando y cantando con mucho soul, o con mucha alma.
Cantamos y bailamos todo tipo de canciones, desde el Rock más moderno hasta paquito el chocolatero, pasando por el bimbo y los pajaritos y como no, nuestro querido Sabina.
Es posible que olvidemos la navidad del 2023, pero estoy seguro que en algún lugar quedará la huella de estos dos talleres hechos con cariño y dedicación.
Fdo: Sergio.